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Los castillos más bonitos de Europa

 

Hay algo bastante mágico en pararse a la entrada de uno de los grandes castillos de Europa. Tal vez sea por su enorme escala y belleza, por saber que se necesitaron grandes equipos de trabajadores durante docenas o cientos de años para completarlos en una época carente de la tecnología que nos rodea hoy en día. O quizá sea una mezcla de expectación ante lo que nos espera en el interior y la oportunidad única de viajar en el tiempo e imaginar la vida como era hace muchos años.

 

Sin embargo, una cosa es segura: Europa sabe cómo hacer castillos. Si quieres explorar los castillos europeos más fascinantes e inusuales, empieza por estos.

Palacio Nacional de Pena (Sintra, Portugal)

Como su nombre indica, el Palacio Nacional de Pena es técnicamente más un palacio que un castillo. Pero gracias al interés del arquitecto barón Wilhelm Ludwig von Eschwege por los castillos del Rin, el diseño y la construcción de Pena recuerdan a muchos castillos europeos.

 

Este palacio de vivos colores se alza en lo alto de la Sierra de Sintra y es tan impresionante por dentro como por fuera. Las vistas de 360 grados sobre el valle, el océano Atlántico y la ciudad de Sintra confieren a este rincón único de Portugal un aire de cuento de hadas.

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Truco secreto: Sintra está repleta de fascinantes castillos y atracciones. No intentes visitarlos todos y no caigas en la tentación de ir andando. Elige uno o dos que te interesen y compra un billete de autobús de ida y vuelta a tu llegada para ahorrar tiempo y dinero.

 

Cómo llegar: Hay trenes regulares a Sintra desde Lisboa y el trayecto dura aproximadamente 45 minutos. Una vez en la ciudad de Sintra, compra un billete de autobús que te lleve al Palacio Nacional de Pena y a otros lugares de interés.

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Monte Saint-Michel (Normandía, Francia)

El Monte Saint-Michel atrae cada año a más de 3 millones de visitantes a sus puertas, lo que lo convierte en uno de los castillos más populares de Europa. A diferencia de muchos otros castillos franceses, el Monte Saint-Michel comenzó siendo un monasterio más que un edificio estratégico o una estructura defensiva. Su singular ubicación, a unos 650 metros de tierra firme, también contribuye a su misterio y encanto.

 

Con la marea baja, parece que se puede dar un cómodo paseo por la bahía de arena para llegar al Monte Saint-Michel. Pero no es raro que los visitantes caigan víctimas del profundo lodo y la dramática marea que azota a su alrededor, convirtiendo la aparentemente accesible finca en una isla inquietantemente aislada, aunque algo palaciega, con una única carretera de entrada.

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Truco secreto: Lleva un buen par de zapatos para caminar y mucha agua. La única forma de moverse por el castillo es a pie; tal vez te encuentres algunas escaleras por el camino.

 

Cómo llegar: Si vienes de París, toma el TGV desde la estación de Montparnasse hasta Rennes. Desde allí, puedes tomar uno de los cuatro viajes diarios en autobús de 90 minutos a la isla. La estación de autobuses de Rennes está en la salida norte de la estación de tren.

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Castillo de Bran (Bran, Rumania)

La mayoría de la gente conoce al castillo de Bran como el castillo de Drácula. Aunque sus vínculos con el personaje de ficción no son tan fuertes como el marketing quiere hacernos creer, sigue siendo uno de los castillos más fascinantes de Europa del Este. El interior puede ser un poco decepcionante, pero las vistas y la oportunidad para hacer fotos espectaculares desde el exterior y en los jardines bien merecen la visita.

 

El castillo de Bran se remonta a finales del siglo XIII y, a lo largo de los años, ha servido para muchos fines distintos, desde estructura defensiva hasta residencia real en 1920. El castillo solo lleva abierto al público desde 2009. Hoy puedes recorrer los fascinantes e inquietantes jardines y explorar varias salas con un guía o por tu cuenta, si te atreves.

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Truco secreto: No pierdas de vista la mazmorra profunda que data de 1625 y el pasadizo secreto.

 

Cómo llegar: La estación de tren más cercana está en Brasov, a 3,5 horas en tren desde Bucarest. Una vez allí, puedes tomar un autobús o un taxi hasta Bran. Los autobuses salen cada 30 minutos durante la semana y cada hora los fines de semana.

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Castillo de Neuschwanstein (Füssen, Alemania)

El castillo de Neuschwanstein es uno de los castillos más reconocibles de Europa, si no del mundo. Este icónico palacio del renacimiento románico del siglo XIX en el suroeste de Baviera recibe más de 1 millón de visitantes cada año. Comenzó como un lujoso retiro personal para el rey Luis II de Baviera, pero lleva abierto al público desde que murió en 1886.

 

Las vistas del castillo son casi más impresionantes que las vistas desde el castillo. Muchos turistas trepan por las colinas circundantes o viajan en el cercano teleférico de Tegelbergbahn para tomar fotos de su exterior dignas de Instagram.

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Truco secreto: Si lo que buscas son las mejores vistas exteriores y fotografías del castillo, considera la posibilidad de subir al teleférico y planificar tu viaje en primavera, cuando tendrás la suerte de tener un clima ideal y picos nevados como telón de fondo perfecto.

 

Cómo llegar: Coge el tren desde Munich hasta la ciudad de Füssen. Allí, puedes tomar el autobús 78 hasta la base de la colina de Neuschwanstein (bajarte en "Hohenschwangau, Castillos de Neuschwanstein, Schwangau"); sin embargo, tendrás que subir la colina para llegar al castillo. Si no te apetece subir una cuesta empinada, coge el teleférico para admirar la vista sobre el castillo. 

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Europa está repleta de los castillos más espectaculares y singulares y a muchos de los más inaccesibles puedes acercarte en tren. No hay mejor forma de viajar en el tiempo que dedicar un día a pasear por los jardines de un antiguo castillo o a admirar las majestuosas estancias de una época pasada, así que no olvides visitar al menos un castillo emblemático en tu próximo viaje en tren por Europa.